viernes, septiembre 15, 2006

México lindo y querido

Aquí muchas veces me he quejado de la inseguridad, de la estúpida política y del tercermundismo del que nunca salimos. Hoy, por lo menos, quero sentirme orgullos de este país, de México, de su cultura, su historia, su música, sus culturas indigenas, de todo. EL motivo: hoy en la noche se celebra el inico de la Independencia de México, que hace 196 años un cura iniciara después de 300 años de dominación española.

México es un palabra que viene del nahuatl (una lengua indigena mexicana) y significa "el ombligo de la luna" o "lugar en el centro de la luna" o "en el centro del lago de la luna".

México para mí significa muchas cosas, todas las que están aquí debajo son muy representativas, aunque sobra decir que hay muchas más.

Me da curiosidad por saber cómo ven a México desde fuera, tal vez un día yo lo pueda ver desde fuera y apreciar otras cosas que no veo desde aquí.

¡¡¡VIVA MÉXICO!!!
¡¡¡VIVA MÉXICO!!!
¡¡¡VIVA MÉXICO!!!
¡¡¡VIVA MÉXICO!!!











1 comentario:

Anónimo dijo...

Como integrante de la "dominadora" España, sólo decir que me siento un poco escocido. Mi visión, con todos los errores que tienen las generalizaciones, es de que es un país en el que la corrupción capa sus potencialidades; y por tanto, esa inseguridad jurídica comporta las mafias; falto de clase media, pero con una excesiva conciencia de clase, cada uno en la suya; y poca autoconciencia de sí mismos, los males siempre son de otros: que si la dominación española, que si los "gringos", etc.
Respecto a la historia, sólo coloco el dato de que si Hernán Cortés, con sólo 300 hombres, conquistó México, sería que no iba demasiado bien. España, integrada por diferentes territorios, como Castilla, León, Aragón, como más tarde serían Nueva España, Nueva Granada, etc., fue la salvación para los caribes y otros pueblos que se fueron uniendo a Hernán Cortés en su campaña. Uniendo el dato histórico a mi opinión anterior quizás diría que uno de los males que os veo es que, si Hernán Cortés acabó con la costumbre habitual de la antropofagia real, no lo consiguió radicalmente; y, subliminalmente, los mexicanos se siguen devorando entre sí, política, económica y socialmente.